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Dentera

Se utiliza este término para designar una sensación áspera y desagradable en los dientes o encías por alimentos ácidos, tacto áspero o ruido chirriante.

Una tiza que chirría sobre una pizarra, el sonido de un tenedor cuando rasca la superficie de un plato o cualquier otro sonido chirriante agudo. A la inmensa mayoría de los humanos estos sonidos nos producen dentera, una reacción física involuntaria de rechazo.

La piel se nos pone de gallina, nuestros músculos se tensan, los dientes nos hormiguean y nos invade el deseo de huir del foco del sonido.




La dentera por tanto consiste en una sensación desagradable que se produce en las encías al percibir nuestros sentidos algún estímulo concreto, si bien no todas las personas responden a los mismos y algunas de ellas ni siquiera la padecen. Su aparición se origina por la sensibilidad a determinados factores; ésta puede padecerse por motivos que van desde experiencias personales hasta causas simplemente biológicas. Rozar las uñas por una pared, la acidez de un limón o morder ciertas telas pueden ser los causantes de esta sensación. Incluso el simple recuerdo de un suceso que la produjera puede hacer que vuelva a afectarnos. A unos les viene por el sentido del oído, una tiza que chirría en la pizarra, un cuchillo que lo hace en un plato. También tenemos quien lo sufre por el tacto, como tocar la piel de melocotón o arañar con las propias uñas una pared de cal. El gusto también tiene su respuesta ya que los alimentos ácidos pueden producirla, como el limón o algunas bebidas refrescantes. La vista, parece increíble pero hay a quien le da dentera sólo por ver a alguien comiéndose las uñas o lo de arañar la pared.

No hay ninguna teoría sólida sobre el origen biológico de la dentera. Lo que sí está claro es que está regulada por una parte del sistema nervioso llamada autónoma o vegetativa. Controla reacciones involuntarias como respirar o el miedo.

Algunos expertos creen que la sensación de desagrado y ganas de salir corriendo que nos producen estos sonidos tiene que ver con nuestros ancestros.

En el reino animal, en general los sonidos agudos y estridentes son señales de peligro. Igual que un macaco chilla para advertir a sus congéneres de que un depredador está merodeando la zona y deben huir, los hombres prehistóricos también emitían señales sonoras chirriantes como señal de alarma.

No hay una teoría sólida sobre el origen de la dentera, pero lo más probable es que seleccionaran las señales agudas para comunicar la presencia de peligro porque eran las que se transmitían mejor en el ambiente en el que vivían.

Los sonidos que nos dan dentera son molestos precisamente porque son agudos. Son ondas sonoras de alta frecuencia, es decir, que oscilan muchas veces por segundo.

El oído humano puede escuchar un rango determinado de frecuencias, entre los 20 y 20.000 Hz. A partir de una determinada frecuencia e intensidad los sonidos nos resultan molestos e incluso dolorosos, tanto que el cerebro impulsa la reacción de huida.

Así que si quieren espantar a alguien las mejores armas son un tenedor y un plato, aunque también son al tiempo unas armas excelentes para conseguir compartir una buena velada invitando a tus amigos.

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